viernes, 4 de enero de 2008

Ya da!

“Ya da ya!”

Esta típica frase paraguaya, nos habla de conformismo, que no es lo mismo que conformidad. Y describe una característica propia de nuestra idiosincrasia, representada por el “ñembotavy”, donde la persona “se ha puesto a no comprender, o porque no le conviene o porque no le interesa, o por capricho, o por lo que sea” (Monseñor Saro Vera en Algunas antinomias del paraguayo, en El diario noticias, 28 de mayo de 1987). Es lo que Helio Vera en su libro, En busca del hueso perdido, describe como lo que “permite eludir responsabilidades y previsibles consecuencias y castigos derivados de una afirmación”.

“Ya da ya” puede ser muy común en el sentir de mucha gente que prefiere no arriesgar, prefiere no equivocarse, prefiere no sufrir, y no quiere pagar el precio. Cómo bien dijo un sabio, “El que nunca emprende nada, jamás se equivoca, pero nunca logra nada”.

¿Es legítimo mantener este espíritu o actitud, como Hijos e Hijas de Dios? La Palabra nos invita a experimentar una nueva manera de pensar y sentir. “Haya pues en vosotros este sentir que hubo en Cristo Jesús” (Fil.2: 5) Elevadísima meta y gran desafío. En esta misma epístola se nos propondrá no considerar la meta como ya alcanzada, sino seguir hacia delante y olvidar lo que queda atrás, extenderse más y más (vea Fil. 3:12-14)

Una cosa es la conformidad, que es más bien contentamiento, con lo que hemos recibido, con cómo somos y con los dones que tenemos. Otra cosa, es decir “yo soy así, y “qué se le va a hacer”, así voy a morir. En otra palabras aplicar el “ya da ya” a nuestra propia vida y experiencia. ¿Ya da ya con mi vida, con mis logros, con mi carácter, con mi servicio, con mi testimonio? No. Volvamos a considerar que tenemos una meta por delante, y que lo mejor, todavía está por venir.

El nuevo año nos permite renovarnos en el deseo de hacer lo mejor y aún, un paso más cada día para que lo que está bajo nuestra responsabilidad, llegue a ser aquello que Dios espera, y no la medida de nuestras limitadas expectativas. Que nosotros mismos, no seamos "el límite de Dios".

Digamos “Gracias Dios por lo que hasta aquí nos diste. Pero confiamos en lo que aún nos has de dar”. Cumplamos fielmente la parte que nos toca, recordando las palabras proféticas que un día escucharemos de los propios labios del Salvador cuando nos diga: “Bien buen siervo fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”, “porque al que tiene, le será dado, y tendrá más, y al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado” (Mt. 25:21 y 29)

No hay comentarios: